Tener niños con hábitos de alimentación saludables,
que disfruten de la comida y que estén dispuestos a probar nuevos alimentos...es posible.
Sin
embargo, a veces, lograrlo es más difícil de lo que parece.
Lo primero que tenemos que tener claro es que los
niños tienen gustos y preferencias al igual que los adultos, y que lejos de
forzarlos a comer, debemos de introducirlos a nuevos alimentos respetando sus
preferencias.
La
mejor forma de lograrlo es ofreciéndoles, bajo nuestra supervisión, una variedad de alimentos que ellos
puedan agarrar con sus manos eligiendo cuánto y qué comer, desde el momento en
que empiezan a consumir en su dieta alimentos sólidos.
Cuando
los padres decidimos la combinación de alimentos, el tamaño de las porciones,
el ritmo al que deben de comer nuestros hijos, la hora de la comida se puede
volver agobiante para todos. En cambio, si permitimos que nuestros hijos coman
los alimentos de su preferencia, los bebés empiezan a ser partícipes de su
propia alimentación, comiendo no sólo lo que les gusta, sino también lo que
necesitan. Y muy importante: autorregulando lo que come.
Esta
libertad de elección, tendrá un
impacto positivo en la formación de hábitos sanos de alimentación, y posiblemente evite que en el futuro presente sobrepeso u obesidad.
Por
otra parte, “jugar con la comida”, permitir que los niños toquen, aplasten,
sientan la textura de los alimentos y experimenten los sabores, estimula el
desarrollo cognitivo del bebé.
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