Por Yolanda Mercado
Licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos
Los resultados
positivos que tiene la actividad física en la salud son motivo suficiente
para practicarla a diario. Para lograr estos resultados es necesario acompañarla de una buena alimentación.
La actividad
física favorece a toda la familia: a los niños les permite desenvolverse de una
forma divertida en un medio saludable, a los adolescentes les aporta
herramientas de convivencia y retos, y a los adultos les ayuda a prevenir algunas enfermedades y/o en su defecto a controlarlas.
Una alimentación
correcta está basada en el consumo adecuado de hidratos de carbono, proteínas,
lípidos, vitaminas, minerales y agua; esto debe ir de la mano del requerimiento
de cada persona según su actividad física y características personales.
La alimentación
tiene cómo fin mantener un balance energético, y esto depende de la ingestión de
calorías y del gasto de energía que se tiene en un día. Es así cómo se define
la cantidad de alimento que se debe consumir, ya que si la actividad física
es mayor, va haber un gasto mayor de energía y por lo tanto el cuerpo va necesitar una ingestión mayor de calorías.
Si el aporte
energético de los alimentos es mayor que la cantidad recomendada, y no se
realiza ningún tipo de actividad física, el resultado de esto va ser el
sobrepeso u obesidad; de igual forma, si hay mayor gasto energético por
actividad física y no se cubre con una buena alimentación, la capacidad física
se verá afectada. Es por eso que es de gran importancia mantener un equilibrio
en cuanto a la ingestión de energía que se da por medio de lo alimentos y el
gasto de energía que se da por medio de la actividad física y las actividades
del día a día.
Si se logra llegar
a este balance energético, el cuerpo y la salud se verán beneficiados, ya
que esto contribuye a un peso corporal adecuado y a prevenir enfermedades.
Fuente:
Peniche
C, Boullosa B. Nutrición aplicada al deporte. México: McGraw Hill, 2011:
1-11
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